Como Juan Manuel Santos no se digna aún a dar papaya –no tanta, al menos, como la que esperábamos sus críticos-, pues toca hablar de quienes sí la están dando. Hablemos entonces de una papaya puesta, casi partida, pero que como todavía está verde, biche, uno sabe a lo que sabe, ni los que la están dando dan muestra de saberlo. Me refiero, por supuesto, al Partido Verde, pues me está decepcionando. Y esto lo digo, honestamente, con el mango en la mano, ya que hablamos en términos de fruticas.
Un partido que despertó el ánimo de tantos jóvenes e intelectuales no puede salir con un chorro de babas por andar, a estas alturas, definiendo si lo dirigirán entre 5 gatos, entre 15 o entre 25.
Pocas veces -de hecho nunca- me había logrado identificar plenamente con un partido político. Y lo hice con el Verde por la calidad de sus integrantes, sus rupturas con la politiquería, cierta visión compartida y hasta puede que también por el nombre ecológico y la pendeja florecita. Hoy quiero pensar que no fue flor de un día, aunque pareciera.
Han hecho dispersar el entusiasmo de la gente y parecen no tener todavía definido el norte de sus posiciones. Siendo el ala independiente no mostró contundencia en sus declaraciones frente a la elección de Sandra Morelli como Contralora, que por muy admirable hoja de vida que tenga, anunció que pagará el favor de su escogencia con puestos. Tampoco se manifiesta vehemente frente a la conformación de los magistrados del Consejo Nacional Electoral donde se quedará sin voz, sin voto y sin silla.
El Partido Verde, como que anda en otra cosa. Solucionando su logística interna y tratando de ponerse de acuerdo con Sergio Fajardo, con quien no saben si pueden contar todavía. Fajardo no puede estar con un pie adentro y otro afuera (y conste que no me estoy burlando de su discapacidad). El ex alcalde debe entender que la alternativa por legitimidad –al menos electoralmente- la ganó el Partido Verde y no Compromiso Ciudadano. Punto.
Por otro lado, no le queda bien a la colectividad irse lanza en ristre contra la administración distrital de Samy Moreno (cuyas críticas se las merece todas), con la única intención de volver a montar a Enrique Peñalosa como alcalde de Bogotá. Mucho menos andar pensando solamente en la representación de los miembros del partido a nivel regional y local para los próximos comicios, cuando ni siquiera sabemos cuáles son los programas que identifican al partido (y cuando hablo del “partido”, aclaro, no me refiero tampoco a Fajardo).
Lo que tienen que hacer es empezar a traducir las propuestas que filtraron en la campaña en tareas programáticas, en documentos (tal cual hicieron con el proyecto de reforma electoral propuesto por el senador John Sudarsky) y decidir de una vez por todas quién toma el liderazgo del partido.
Deben tomar forma especialmente ahora que, supuestamente, están dadas las condiciones para hacer oposición sin los estigmas de antes, cuando el entonces Presidente (olvidé su nombre, disculpen) trataba a cualquier contradictor como guerrillero. En circunstancias así tiene que hacer valer su “argumento va, argumento viene”. Pero prontico.
El tiempo apremia. Mockus debe ponerse de acuerdo con el partido (ahora sí hablo de Fajardo) y con los demás líderes de la colectividad. Pero, además, volver a conectarse con ese gran movimiento ciudadano que le entregó su respaldo en campaña y que hoy se está alejando. Mejor dicho: ya es hora que madure el Verde o pasará al olvido.
PD: Este blog sigue en construcción. Perdonen la estética tan maluca.