24 feb 2009

Lo que se viene… es peor


Nada me sorprende, me sorprende nada. Empiezo a entrar en una nueva filosofía. Resolví, recientemente, salir del Pesimismo-Optimista en el que me encontraba y con el cual menguaba los hechos de la realidad indignante y descarada. “Nada puede ser peor”, me decía antes. Pero ya no. Nunca más.

Ahora me siento liberado y ya no apuesto a esperanza de ningún tipo. Salgo de ese Pesimismo-Optimista que consideraba cada mal como el peor y entro, progresivamente, en el Otimismo-Pesimista basado en los preceptos de Morphy de que todo aquello que piense es un desastre nacional, es apenas una boqueada de una terrible vomitada. Créanme: si apuestan a que siempre habrá un hecho peor que aquel que nos despierta semanalmente, acertarán siempre.

Por poner un ejemplo: El Jota de hoy (me pongo en tercera persona porque esta filosofía no descarta que el mismo Jota sea incluso peor mañana) ya sabía que las “chuzadas” del 2007 no iban a ser la cumbre del escándalo de la interceptación ilegal. Para nada. Realmente suponía que la misma práctica que hacía entonces la Policía (y que se llevó una docena de generales por encima) era seguramente la misma que practicaba el DAS, sólo que todavía no lo sabíamos, como nos dimos cuenta esta semana. No fallé.

Y no fallaré tampoco si digo que, a pesar de que este “grabe” es aún más grave porque incluye magistrados de sobrada importancia, no habrá ni una pírrica responsabilidad endilgada al Gobierno que es experto en capotear estos escándalos. Lo más indignante, lo más precario y bajo, jamás será suficiente. “Con esta vaina Uribe sí se cae”, se decía cada vez el Jota de antes. El de hoy ya no. Por el contrario, el neófito en la filosofía del desastre se resignó a la idea de que no hay poder humano que tumbe a este señor.

Como pasa con Chávez. Nada, ni nunca ni nadie, lo bajarán del poder. Su testaruda ambición de ir contra la voluntad general –que creo no es solo la de los venezolanos- hace abandonar cualquier esperanza de un prematuro cambio. En tal caso: amigos venezolanos, por lo menos ustedes tendrán el mismo mamarracho. Acá todavía no sabemos. Y lo que es peor: podemos levantarnos un día viendo cómo le colocan la banda presidencial al ministro Juan Manuel Santos. Siempre hay un mal peor, como verán. Nada me sorprende, me sorprende nada.

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