11 mar 2009

ESE RECUERDO QUE CASI SE VARA EN EL OLVIDO


En algún lugar de esa madeja ineficiente en que día a día se convierte mi memoria, tenía una imagen, una historia, que hoy más que nunca es pertinente compartir. Paso a contar. Una tarde de abril del año pasado, cuando me dirigía hacia el norte de Bogotá, se subió al bus un personaje de apariencia campesina: sombrero costeño, pantalón remendado y un morral en el que guardaba los últimos despojos que le quedaban de un precipitado destierro. Hasta ahí era la familiar y siempre triste imagen del desplazamiento.

De la primera parte de su relato no recuerdo mayores detalles. Grosso modo: que iba en una flota por el trayecto de alguna carretera nacional cuando fue abordado junto con su familia por un frente guerrillero. Pero que desde ese día llevaba una dramática tragedia escondida bajo sus pantalones. Dicho eso me espabiló de inmediato sin dar espacio a la sonroja: se desapuntó el cinturón, descendió su bragueta y ya con los pantalones escurridos mostró que su testimonio no era un cuento inventado para pedir dinero en el transporte urbano. Ese grupo guerrillero, que hoy constato era el frente 47 de las Farc, le había quitado sus órganos genitales a este señor que, paradójicamente, tenía muy bien puestas las huevas como para atreverse a exponernos su desgracia.

Neuronas oportunas grabaron un nombre de ese relato que contó este hombre hace ya casi un año: “Karina”. Como historias crueles pasan en el país todos los días, no había atado los cabos que ahora vienen al caso. Esa ‘Karina’ es la misma que saldrá libre en contados días con ese mote escandaloso y descarado que han optado acuñarle: “gestora de paz”. La misma ‘Karina’ que mencionó aquél campesino que se desnudó frente a los pasajeros, cuyo nombre es Miguel Antonio Páez.

La declaración del abogado Julio Gómez, defensor de Páez, fue la que terminó de completar este vago recuerdo que tenía y enseñarme el nombre de esta víctima. Páez quedó emasculado (‘capado’) y su esposa lisiada de una extremidad, por disparos propinados por la reconvertida ‘Karina’. Desde aquél brutal suceso ocurrido el 10 de mayo del 2000, ni Páez ni su esposa ni sus hijos han podido regresar a su parcela en Necoclí. Como sí lo podrá hacer su victimaria, gala a su infatigable trabajo como “gestora de paz” de esta patria adolorida.

El caso ‘Saldaña’

Había esbozado en una nota anterior mis reservas con el caso de ‘Olivo Saldaña’. Este guerrillero pasó más de 4 años en prisión, mientras que Karina’ completó apenas 10 meses. En delitos no se pueden hacer comparaciones -o preferiría evitarlas al menos-. ‘Saldaña’ también afronta procesos por secuestro extorsivo, homicidios y tomas a poblaciones, pero hizo algo que ‘Karina’ no ha hecho: pedir perdón a sus víctimas, algo apenas elemental y humano para alguien que dice buscar una reconciliación con la sociedad a la que tanto daño le hizo.

Critico mucho que ‘Olivo’ haya sido ficha de mostrar del Gobierno, prestándose para desmovilizaciones ficticias como el bochornoso suceso del Bloque Cacica ‘La Gaitana’. No se puede aceptar que de manera ilegal se ayude al gobierno (de ninguna manera) porque eso sería como legitimar el fenómeno del paramilitarismo.

Repito, tengo mis reservas. Pero por lo menos éste sujeto estuvo de cárcel en cárcel (a través de mensajeros) convenciendo a más de 1.000 guerrilleros para que abandonaran sus vínculos con la organización terrorista, para quitarle adeptos a ese movimiento en caso de un eventual canje. No es un hombre de aplaudir, incluso puede que sea de desconfiar, pero hizo algo productivo para el país aun echándose de enemigo al pleno del Secretariado de las Farc (cuando todavía sus miembros estaban vivos). ¿En cambio ‘Karina’…? Juzguen ustedes.

Paraguas: No entiendo porqué esta ex guerrillera, presunta responsable del asesinato del padre del presiente Uribe, tendrá mejor destino que los paramilitares que están hoy en celdas de Estados Unidos de dos metros. Me tiene desconcertado, Presidente. Lo reconozco. ¿Usted que tiene mil maromas para inventar extradiciones?

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