9 mar 2010

No sea caca, vote limpio


“El sufragio universal no pretende que los intereses de la mayoría triunfen, sino que la mayoría lo crea”, Nicolás Gómez Dávila


Demostrado como está -de manera precaria, pero demostrado al fin y al cabo- que aún prevalecen nuestras instituciones gracias al último fallo de la Corte Constitucional, tenemos en nuestras manos la responsabilidad de demostrar en las próximas elecciones que podemos tener una institución aún más sólida, más madura y más elocuente, aunque resulte tan abstracta: la real democracia, es decir, la que se manifiesta con altura en las urnas.

Me refiero por supuesto al sufragio inteligente. Votar por convicción y no por marrullería. Ya quisiera uno que ocurriera como en ese hermoso relato de Saramago que es “Ensayo sobre la Lucidez” donde, sin cálculo tramposo, sin interés económico ni intentona subversiva, los ciudadanos en su mayoría deciden votar en blanco. Digna papeleta. Y, además de hacerlo, demuestran posteriormente que aún sin gobierno saben gobernarse. La utopía saramaguiana no es nuestro caso, porque estamos lejos, lejísimos.

No obstante, aterrizar en otro escenario -también digno- es completamente probable: mostrar madurez de voto, esto es: no dejarnos persuadir por el habitual TLC (Tamal, Lechona y Cerveza), ni por tejas, ni cemento, ni subsidio prometido, ni porque es un caribonito y porque lindo suena ese cuentico que se echa así después resulte cuento chino, o porque es el depositario de un imaginario guiño o porque grita fuerte, porque es torombolo o lo tratan con diminutivo.

Y aclaro: pocas veces me ha gustado expresarme con un falso moralismo y una ética con la que en realidad estoy en deuda permanente. Pero a veces, quizás sólo para dejarla como constancia en una escueta hoja de vida pública virtual, intento que una, al menos una de estas aventuradas notas, resulte (siquiera parezca) constructiva.

La dignidad del voto la consagro como un acto de decencia consigo mismo. Y Las veces que lo he hecho -esas pocas- nunca he salido del colegio electoral con remordimientos; puesta la X en el tarjetón puesta la consciencia, en una apuesta ideológica que, si bien secreta, habla del tipo de país que uno quiere, el que uno proyecta y se imagina.

No concuerdo, por ejemplo, con aquellos que votan por la maquinaria, por mera lealtad de partido o para disminuirle opciones a otro candidato como forma de castigo. Votar es firmar un contrato con la democracia y firmar también es votar en blanco. La abstención, sólo cuando es estratégica para impedir que se pase el umbral electoral, me parece una muy válida opción. De lo contrario es pereza, guayabo, hacerse el huevón o simple indiferencia ante esa verdad de a puño de que “la política no es todo, pero está en todo”. Tristemente.

Así pues, como muchos otros opinadores extiendo la invitación a votar el domingo 14 de marzo por las parlamentarias y alguna de las dos consultas internas. Y en ese sentido votar por un representante a la Cámara que sepamos trabaja por la ciudad y la conoce (no quien moja mucha prensa es eficiente), un senador que haya demostrado pulcritud y diligencia en temas nacionales y que no esté ocupando su curul (o la vaya a ocupar) porque se la endosó un para-político o porque salió en telenovelas como potra, como detective o como mamá de descarriados peladitos.

Ojalá y demos ejemplo. Elijamos un Congreso respetable.


Comparto un espectro de candidatos, de puro sapo:

Cámara de Representantes por Bogotá: Simón Gaviria (Liberal), Germán Varón (CR), Miguel Gómez Martínez* (La U), Navas Talero (PDA), lista del Partido Verde, lista del Partido de Sergio Fajardo (ASI).
Senado: John Sudarsky (Verde), Juan Lozano (La U), Jorge E. Robledo (PDA), Juan Carlos Flórez, Mapi Velasco (Compromiso Ciudadano), Felipe Zuleta* (Liberal)
Consulta Interna: Antanas Mockus (Verde)
Parlamento Andino: Voto en Blanco, eso es un adorno muy costoso.

*Sin real ejecutoria política, pero decentes.

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