18 nov 2008

¿HEMOS CAMBIADO?


Publicado el jueves, 13 de noviembre de 2008

La pregunta es generosa y al mismo tiempo ambigua. Los optimistas pueden responder que casi-casi estamos parados en la cima (con C) de la victoria y la realización personal. Mientras los pesimistas, por el contrario, dirán que como nunca antes nos encontramos en la sima (con S) de una degradación cada vez más profunda. Si me hago la pregunta seriamente (y harto que me la hago) debo contestar que mando al traste ambas opiniones, porque en realidad no hemos cambiado absolutamente NADA. Seguimos igualitos.

Igualitos que en la época del auge de los carteles de la coca, donde los adultos, los viejos y los jóvenes menospreciaban la legalidad porque no era para nada lucrativa. Entonces se embarcaban en algún favor para “Don Pablo” o para los hermanitos Orejuela porque ahí si llegaba la platica fácil. Facilita.

Igualitos antes e idénticos a como somos ahora, cuando filas de adultos, jóvenes y viejos tratan de multiplicar sus panes milagrosamente en las mal llamadas “pirámides” (y digo “mal llamadas” porque las pirámides de verdad son sólidas y no se caen con tanta premura). Lo hacen, claro está, porque la rentabilidad que ofrece un banco es insuficiente para colmar la avaricia de nuestra mentalidad que busca conseguir dinero, mucho dinero, siempre y cuando la tarea nos resulte fácil. Facilita.

Conozco a varios que, en los ochentas y noventas, ante el descomunal negocio del narcotráfico, se sirvieron de él y sirvieron para él, porque sencillamente era la vía facilista. Como también, por supuesto, conozco casos miles de personas que han caído por estos días en la lista de arruinados por creer en la ecuación tramposa con la que seducen las pirámides de Midas.

Por eso insisto, seguimos siendo igualitos. Y me emberraca, me emberraca mucho. Me emberraca porque ahora empiezan a aparecer un montón de opinadores paisajistas a condolerse por los “ahorradores”, argumentando que fueron víctimas incautas abusadas por su ingenuidad. ¿Ingenuidad? Cuál ingenuidad, me pregunto yo. Si cada uno de esos “incautos” que llegó a esas ventanillas a depositar su dinero lo hizo impulsado por ese malestar intestinal de nuestra sociedad que, ‘catrasca’ tras ‘catrasca’, nos resistimos todavía a erradicar de una vez por todas.

Cuál ingenuidad, si es que tanto los que crearon las dichosas pirámides, como los que metieron su plata en ellas, actuaron bajo el mismo Principio del Atajo. El atajo de trampear la ley, de orgullecernos al estar siendo avivatos y elogiar nuestra ‘malicia indígena’ que supuestamente nos consigue todo, pero más fácil, más barato.

Yo no sé qué hemos cambiado. Si viéndolo bien seguimos igual de condenados que antes. Condenados a que los jóvenes no quieran demorar la academia, sino más bien ir desde ya amañando una buena “palanca” que los ingrese a un trabajo bien pagado y, ojalá, con un horario amable. Para qué vamos a hacer esfuerzos. Para qué nos desgastamos tanto. Para qué nos vamos a tomar la tarea de labrar nuestro futuro levantando ladrillo por ladrillo, si de golpe logramos alcanzar la cima (con C de construcción y de cojones) por medio de un atajo. Mejor la vía fácil. Facilita.

¿Hemos cambiado? Digo que no. Hemos cambiado de razones, pero seguimos siendo iguales. Igualitos.


1 comentario:

laurabogotana dijo...

Jota, la linea de la legalidad/ilegalidad en Colombia no es clara desde hace mucho y comparto tu opinión que la idea de plata fácil ha traído mucho mal al país. Aún así creo que no es justo, desde la comidad de nuestras vidas, tachar de indignos buscadores de plata fácil a miles de personas que viven en la pobreza y que no tienen opciones de surgir. ¿Con qué derecho se les reclama que no metan la plata en el mágico y sospechoso negocio, si este país plantea mil obstáculos para los que van en buseta?