18 nov 2008

Hoy es un buen día para empezar


Publicado el Miércoles, 05 de noviembre de 2008

Hacía muchos días no me levantaba tan dichoso para empezar a escribir. Y aunque las ganas no eran la excusa, no hay como escribir con ellas. Lo que pasó ayer deja un balance más que positivo, como si el universo –en palabras del patético y lacrimoso de Coelho-, finalmente empezara a conspirar sincronizado con nuestros anhelos. Ayer, en el más acá, se fundieron soles; mientras un poquito más pa’ allá ascendió imparable una estrella negra.


Empecemos con la media dicha, que es la nacional: la renuncia del Gral. Mario Montoya. Ya era hora que empezaran a caer las cabezas de esa tenebrosa cadena de mando que se hacían los de las gafas con una práctica tan truculenta como son los falsos positivos y cambiar muertos civiles para conseguir permisos. Le aplaudo sobre todo la dignidad al General de renunciar, asumiendo el costo político de este escándalo. Concediéndole el beneficio a la duda, si no tenía responsabilidad por acción, por lo menos la tuvo -con absoluta seguridad- por omisión. Tenía que salir, aunque hay que reconocerlo: se marcha con una popularidad muy alta pues también fueron evidentes sus logros militares. En fin, decía que es una media dicha porque la cabeza que tenía que caer sería la del ministro Juan Manuel Santos, pero eso ya es soñar. Es apuntar muy alto.

Lo que sí me satisface por completo es la llegada de Obama a la presidencia de Estados Unidos. Empezando por el contraste vital que hará en esa inmensa y pálida Casa Blanca, cuyo único color lo ponían los niños vallenatos cuando llegaban con sus marimondas y sus gaitas. Pero el logro no es sólo por lo negro (en un país tan prejuicioso), sino porque siempre lo consideré un buen candidato y su discurso inspira, convence. Todavía estamos lejos de poder asegurar que será una presidencia ejemplar con un panorama económico tan crítico.

Ahora, la llegada de Obama es reconfortante, pero el júbilo viene de que al fin se marcha George Bush, por la puerta de atrás y sin posibilidades de retorno. Un hombre que reunió en un solo cuerpo la antipatía humana, la desmesura y avergonzó a los norteamericanos que –ya muy tarde-empezaron a entender que, más que Presidente, habían elegido a un viejo con el cerebro de un mico. Incluso ofendiendo al mico.

Lo cual trae sus carambolas. De un lado, el presidente Chávez deberá madurar esa saliva retórica con la que solía referirse a Bush, al que no bajaba de “perro, yankee y borracho”. Si es cierto eso de que un grupo se organiza más cuando ha identificado en comunión al mismo enemigo, al ala radical del socialismo del siglo XXI le costará asociar a Obama como una verdadera amenaza a su proyecto. Y otra cosa: los arrasa en popularidad a todos juntos.

En cuanto a nosotros, también me alegra que haya llegado el momento del “destete”, de empezar a pensar en una soberanía real cuyas directrices las tomemos autónomamente. ¿Que eso traerá consecuencias porque ahora EE.UU. mandará menos plata para ganar la guerra en Colombia? Si como dicen todos las Farc están moribundas (¿o catalépticas?), pues la ecuación más elemental apuntaría a que se necesitan menos recursos para matar y en cambio muchos más para reparar y reintegrar. Lo cual dudo que no le guste a Obama, mostrándose defensor de los DD.HH como se muestra. El giro que tomará la política norteamericana es, como decía el slogan de campaña, el “cambio que necesitábamos”.

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